Entrevista

Rutas posibles desde la poesía: Elena Medel, directora editorial de La bella Varsovia

Elena Medel, La bella Varsovia

Por Catalina Estrella.

Elena Medel es una escritora española con una larga trayectoria, su obra más reciente, la novela Las maravillas, obtuvo el Premio Francisco Umbral al Libro del Año y ha sido traducida a quince idiomas. También es ensayista, poeta y directora editorial de La bella Varsovia, sello de poesía que desde noviembre del 2021 es parte del catálogo de Anagrama España.

En estas últimas semanas llegó a librerías chilenas una primera selección de sus títulos, gracias a la distribución de Big Sur, incluyendo libros de Pilar Adón, Luna Miguel, María Ángeles Pérez López y María Sánchez, una de las escritoras que participó en el Festival Internacional del Libro y la Lectura FILL ‘22, cuya última versión tuvo como país invitado a España bajo la consigna rutas posibles.

Entrevistamos a Elena Medel en torno a las miradas, las propuestas y los diálogos que ofrece la poesía como un espacio de reflexión que no obedece a los ritmos del capital.

«Un poeta debe ser más útil que cualquier otro ciudadano de su tribu», esta frase, acuñada por el poeta uruguayo Conde de Lautréamont, encabeza el manifiesto editorial del sitio web de La Bella Varsovia. ¿Cuál crees que es el lugar que el poeta habita en la sociedad?, ¿se cumple este deber?

—Nos cobijamos también en una idea de Federico García Lorca: «La poesía no quiere adeptos, quiere amantes.» Apuntan a lugares distintos —Lautréamont al de quien escribe, Lorca al de quien lee—, pero se refieren a esa conciencia de la poesía, en esta reivindicación —y celebración— de su necesidad. De la poesía como espacio de observación y reflexión, más mirada que género literario… y de la actitud a la que nos invita la poesía, su lectura o su escritura, de un tempo que choca con nuestros ritmos de hoy, y de un contexto que no encaja en ideas como la de la productividad o la rentabilidad.

Si me preguntas por un deber de quien escribe poesía, se me ocurre que el de la propuesta. Un concepto amplio: proponer una idea, un diálogo, un lenguaje. Proponer quebrar algo o repararlo con esa acción del pensamiento que implica el poema. Como lectora —al fin y al cabo, quien edita lee— me interesa ese gesto.

La bella Varsovia es una editorial española de poesía, que desde sus inicios en el año 2004,  presta especial atención al trabajo con el lenguaje y las infinitas formas que toma en su encuentro con la realidad. Con un catálogo de más de 150 títulos, es considerada piedra angular de la poesía española, su propuesta es una invitación a otras formas de mirar lo que sucede, no sólo en el campo literario, sino también en la realidad concreta en la que todes convivimos.

Elena puntualiza que contesta estas preguntas desde su lugar como editora y agrega que:

“Creo que se edita en un tercer o cuarto o quinto plano: deben hablar nuestras elecciones de catálogo, y debemos hablar a través de los libros que publicamos. Mis ideas sobre poesía las expresan los poemas de Andrés Neuman, Pilar Adón, Natalia Litvinova o Luna Miguel, por mencionar a algunas de nuestras autoras”.

Históricamente, es posible observar cómo lo político se toma del lenguaje poético para poner sobre la mesa grandes discusiones e interrogantes que cruzan nuestra humanidad, ¿Te parece que esa es una de las formas en que la literatura puede ser útil?

—Sí, por supuesto. En algunos sentidos explícitos, claro —pienso en escrituras muy frontales en lo ideológico, como las de Fruela Fernández, Mario Obrero, Raúl Quinto o Marta Sanz—, y otros más sutiles, redefiniendo lo político como mecha del poema o como voluntad del lenguaje —como ejemplos, las de Amalia Bautista, Berta García Faet, María Ángeles Pérez López o Diego Román Martínez—. En todo caso, creo que (casi) todo es político: María Sánchez, autora de Cuaderno de campo, nos recuerda en muchos de sus artículos cómo la política se hace también cuándo escogemos qué compramos, qué decidimos apoyar con nuestro dinero. Una opción estética concreta, un punto de vista y no otro… implican ya un posicionamiento.

Cuando hablamos de poesía, ¿esta utilidad entra en conflicto con el goce de la lectura?

—No me parecen incompatibles. La lectura y la escritura se abren a planos muy diferentes de vínculo. Uno más inmediato y emocional —en el caso de la lectura, yo lo vinculo a la reacción primera: me gusta, no me gusta—, otro quizá más teórico que traen la reflexión, las relecturas… No entiendo el goce sin el pensamiento, y viceversa. Se me ocurren en libros muy distintos entre sí como los restos, de Munir Hachemi, y La revolución exquisita, de Ignacio Vleming: para mí existe una primera interpretación que tiene que ver con el trabajo de lenguaje en el caso de los restos, con la tensión entre palabra e imagen en el de La revolución exquisita, y luego una segunda y tercera y cuarta —y etcétera— interpretación en cuanto a la voluntad política de cada libro, el diálogo con la tradición y con la escritura del presente, con la historia y con la realidad.

Abrir las rutas posibles hacia la poesía

La bella Varsovia centra su atención en la poesía contemporánea escrita en español, tanto en España como en América Latina, pero su catálogo también incluye traducciones, que incorporan las distintas lenguas del Estado español, además es importante señalar que desde sus inicios La bella Varsovia edita con una consciencia feminista que no solo visibiliza, sino también subraya el valor de la literatura escrita por mujeres.

Elena, ¿desde dónde crees que debiera mediarse la poesía?, ¿Cómo fomentar su lectura?

—Ahí no sé responderte. Creo que existen profesionales de valía en los ámbitos del fomento de la lectura, de la dinamización lectora… con experiencia inmensa y conocimientos teóricos que a mí me faltan. Para fomentar la lectura yo escucharía a quienes saben, a quienes día a día trabajan en bibliotecas y en aulas, en espacios donde se cuida a quienes empiezan a leer, o a quienes no leen de manera habitual pero sienten esa curiosidad. Desde La Bella Varsovia intentamos publicar libros que apelen a intereses muy distintos, y los apoyamos con guías didácticas para enseñanza secundaria, materiales para clubes de lectura en bibliotecas y librerías.

A futuro, ¿Cómo te gustaría que fuese el impacto del proyecto de La bella Varsovia, tanto en el mundo editorial, como en quienes leen?

—Retomando la idea de una respuesta anterior, nos gustaría apoyar esos libros que propongan: que se escriban desde esa actitud de generar un diálogo, una conversación. Con quien está leyendo, con la obra propia anterior, con otros títulos del catálogo, con lo que se escribe hoy, por supuesto con lo que sucede hoy. Nuestra línea editorial atiende al trabajo con el lenguaje y las miradas posibles a la realidad, con todo lo que conlleva, y con todo lo que abarca. Y nos ilusiona mucho esta distribución en América Latina, incluyendo por supuesto Chile, con su apabullante tradición poética. Nos permite dar a conocer en América Latina algunas propuestas poéticas españolas de inmenso valor, y nos va a permitir ampliar la presencia en nuestro catálogo de poesía latinoamericana, al garantizar la presencia de La Bella Varsovia en las librerías del continente.

Elena, ¿podrías contarnos sobre algún proyecto editorial que admires?

—Dado el contexto resulta inevitable mencionar a Anagrama, la actual casa madre de La Bella Varsovia, y celebrar la apabullante riqueza editorial de Chile: me interesa mucho lo que publican Cuarto propio, Cuneta, Libros del cardo, Los libros de la mujer rota, Montacerdos… También Catafixia en Guatemala, Llantén en Argentina o la labor que realiza La Poeteca en Venezuela, no solamente como editorial, y el proyecto boliviano La crítica y el poeta, que coordina Mónica Velásquez. En España, centrándome en la poesía, recomendaría el catálogo de La uña rota y Ultramarinos, cuyo trabajo siento muy cercano al nuestro.

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